Descensores (novela corta por entregas) 1.1

(Planta Baja) Capítulo 1

Por: Babieca Zavala

…Los segunderos siguen dejando caer su acompasado e insolente ruido… No cesa… nunca cesa.

        Jamás ese sonido tan cotidiano… al que prácticamente omitimos, sonó con tanto sentido como ahora: sequire: seguir, sin descanso, no importa qué. 9.192.631.770 transiciones… Ningún plazo le pertenece a la eternidad…

        Aquel reloj que veía todas las mañanas con ansia de que dieran las seis de la tarde para irme corriendo a casa y simplemente prepararme para un día más, significará, de hoy en adelante algo distinto: La llamada en espera de la explosión del tiempo que corre inclemente y te ha de reventar en las manos. No debe de ser casual que su medición se realice a partir del llamado tiempo atómico.

Tic;……tac…

        La música de la bomba.

       Tengo ya treinta y tres años y no he hecho realmente nada que los justifique… sólo ir perdiendo las pasiones que aluna vez disfruté… Es raro el día en que abro un libro… y más raro el día en que llego a su final, abandonándolo a medio camino… Ya casi nunca voy al cine, esperando un par de meses a que el puesto del tianguis tenga la versión pirata (eso sí: bien grabada y con subtítulos), cuando la euforia por la película ha pasado y no queda nadie con quien la pueda comentar… Mucho menos voy a conciertos… algo en ellos cambió para siempre, tan masivos, tan de pasarela y sin contenido; sólo una experiencia vacía más para olvidar a la semana siguiente, o ese mismo día, atascado de alcohol y drogas… He dejado incluso de drogarme…

           …No cabe duda… estoy viejo: una nueva generación resuena y avanza tras cada lapidaria manecilla del reloj.

        Cinco años con ella… y de pronto… tras una frase suelta, que me dijo casi con pena… como si se tratara de una confesión suicida/homicida, deseaba salir huyendo, abandonarlo todo, dejar de sentir más que su palma era ya la mía…

        Quería sorpresas y esas palabras son más que suficientes… Tal vez ya nos conocemos demasiado y uno se puede disolver en el otro… Si mal no recuerdo, algún sujeto famoso dijo que el hombre alguna vez fue una esfera: cuatro manos y cuatro piernas; cuatro ojos, cuatro oídos, dos riñones, dos caras y una sola cabeza; capaz de mirar de frente a los dioses… Justo… Por eso mismo nos separaron: divide y vencerás, seguirás siendo idolatrado, mientras más individual y aislado, mejor…

        Mi fobia más grande ya se había infiltrado por las grietas de mi ser… instalándose muy cómoda, depositando sus larvas, creciendo a cada instante, colonizando mi cuerpo, mi existencia… Estaba atrapado… detenido… en la nada… Tenía pánico de algo que no sabía que ya estaba dentro de mí.

        …Tal vez necesitaba un día como el de hoy para recordar que la amo y que estos paseos por la rutina diaria los camino (o empecé a transitarlos) únicamente para poder estar con ella… Todo el sinsentido del mundo alcanza una razón simplemente porque está ella para compartirlo; sorprendernos y reírnos de él… Pero… sin embargo, el sinsentido, con perseverancia y astucia logró imponer su monocromía e insipidez sobre lo que he amado: las películas, la música, los libros. Incluso sobre ella. Me dejé arrastrar por las irrefrenables aguas del río cotidiano, el cual corre lento, sin hacer mucho ruido, como un murmullo intangible que terminan por desgastar aquello que toca… un murmullo como el de las conchas de mar… Poco a poco… día a día… segundo a segundo… así hasta acumular quincenas y meses y periodos vacacionales (uno al año), mi espíritu se fue socavando y fueron siendo otras… quizá desapareciendo… mis prioridades.

        Veo rostros angustiados, perdidos en el fin del mundo, sin un lugar en dónde guarecerse. Yo sé, ahora sé, gracias a un tic…tac implacable a dónde ir. Ahora quiero pertenecer, renovar mi membresía, a un club donde admitan a un tipo como yo… en el cual también esté ella… y aún mejor si se le suma un nuevo miembro. Voy a salir de este rincón dónde más que refugiado he permanecido oculto… atrapado… Recorreré una vez más este laberinto con paredes de tablaroca lleno de cubículos con relojes a los cuales la gente no termina nunca de darles cuerda. El tiempo es ahora, y la vida de este instante ya ha consumido la existencia misma de varias cuatrillonésimas partes de un segundo.

        Saldré… saldré de aquí… saldré debajo de este escritorio e iré a buscarla para darle ese abrazo del que cobardemente escapé en la mañana…